Este comportamiento, lo denominó Roger Mugford (psicólogo animal) como síndrome de furia. Afecta a varias razas, pero en los cócker spaniel se manifiesta más que en ninguna otra. Los perros con este síndrome actúan repentinamente de forma agresiva y sin desencadenante o motivo hacia cualquier persona o cosa que esté cerca. Son ataques de una duración breve, unos pocos minutos, tras el que volverá a mostrarse calmado y sin recordar lo que acaba de suceder, siendo amistoso o cariñoso con la misma persona que había atacado unos instantes antes. Durante el ataque, los perros afectados muestran una mirada vidriosa y desenfocada y resulta imposible extraerles de la irrupción agresiva.
Según los veterinarios, el síndrome de furia se trata como un trastorno epiléptico, pues afecta a las mismas partes del cerebro. Aunque también hay otras dos hipótesis: puede ser una forma de esquizofrenia o a causa de niveles bajos de serotonina en el cerebro. Por esto, su diagnóstico pasa por pruebas genéticas y electroencefalogramas (EEG), pruebas no son del todo concluyentes.
Por ello, si tu perro cumple con esos síntomas, antes de regañarlo (de nuevo) por su mala conducta, llévalo al veterinario a hacerle las pruebas, y en especial, si se trata de un cocker spaniel.
No te pierdas más datos de interés en nuestro blog, Instagram, Facebook y Linkedin