Estos avanzados a su tiempo, como ejemplos famosos de ello es la obra literaria 1984 o cualquiera de las películas de Stanley Kubrick, expusieron cómo creían que sería el futuro, más o menos lejano. Estas predicciones acerca de esa vida futura es lo que se conoce como Paleofuturo. Claro, ahora que “el futuro” ha llegado vemos con asombro lo idealistas que muchos fueron.
El artista francés Jean-Marc Côté publicó una serie de postales con ilustraciones de
cómo imaginaba que sería el año 2000, diseños que hoy alberga la Biblioteca Nacional de Francia, el artista plasmó, entre otras cosas, un “día de mañana” en el que la crianza de los animales y las granjas fuesen operadas por máquinas. Algo que ahora resulta lo más habitual en ese sector.
Esperaban que el siglo acabase con la invención de la escoba eléctrica, automáticas y
que solo necesitasen de una persona que les indicase dónde limpiar. Lo que daría esa gente por ver que actualmente tenemos aparatos que aspiran y friegan el suelo solos y sin necesidad de ningún guía.
En esta década ya se fantaseaba con la idea de que en el 2000 hubiese carteros
voladores, no la persona en si, sino que estos profesionales dispusiesen de elementos voladores individuales en los que moverse. Este prototipo podemos verlo de dos formas: con los drones repartidores autónomos (a este punto ni si quiera llegaron) o con la policía de Dubai que usa motos voladoras.
El vídeo chat o los teléfonos con vídeo se intentaron idear en varias ocasiones; la
primera con una imagen precisa apareció en 1911. Hugo Gernsback, editor de Modern Electrics, publicó en su revista (publicada en 1912) un dispositivo que le daba vueltas en la cabeza y que bautizó como Telephot, el cual permitía llamadas a larga distancia viendo al interlocutor por una pantalla. En 1943 se recuperó esa noción de teléfono con vídeo, aunque no hay constancia de que se usase (la primera videollamada conocida llegó en 1964 con a AT&T) La compañía canadiense Seagram Company lanzó un anuncio en el que mostraban como hacían negocios internacionales usando un videotélefono.
Llegado el final de 1932 el diario San Antonio Light coqueteó con la idea de los actuales
Alexas, Google Home o Siris, y es que, según escribían y dibujaban, esperaban que pronto hubiese robots y casas inteligentes, para que pudiésemos controlar las actividades domésticas desde cualquier parte de la casa.
No todo quedó en videollamadas o electrodomésticos inteligentes; sino que en 1950
llegaron a pensar en la existencia de relojes con multitud de aplicaciones y servicios, lo que hoy muchos llevamos en la muñeca y llamamos smartwach. Este prototipo estadounidense lo publicó la revista Mechanix Illustrated y lo llamaron El Teléfono del Futuro, de diseño circular, con botones físicos y una pantalla a color, pero incluía por medio de la voz y hasta contaba con antena para recibir la señal de televisión.
Llegamos al último año en el que se idearon prototipos de terminales, en su momento,
futurísticos pero que ahora son habituales. Y ese año fue 1958. Entonces se imaginaban coches movidos por energía solar, y es que en este año Chrysler lanzó un boceto, el Sunray Sedan de Chrysler, de un coche propio del futuro impulsado por un sistema solar que abastecería una batería por medio de convertidores de silicon. La idea propuesta por esta compañía del motor hoy la vemos por la carretera en modelos como el Sono Sion, el Toyota Prius PHEV, el I Light Year One y el Hyundai Sonata Hybrid.
Acabamos con las ideas de paleofuturo de este año con el tanteo de la educación a
distancia; Arthur Radebaugh, ilustrador francés, publicó unas postales de cómo serían las clases en el futuro, donde los profesores no asistirían a los colegios sino que podrían dar clases a varios grupos al mismo tiempo desde una ubicación remota, cada estudiante dispondría de un dispositivo con cámara, pantalla y teclado para poder participar.
Teniendo en cuenta lo afortunados que somos por poder usar todo este tipo de dispositivos, que hace 60 años tan solo podían imaginar; intentemos sacarlos el mejor provecho posible y mantenerlos tanto tiempo como se pueda en condiciones óptimas. Para asegurarnos, una de las mejores opciones es asegurar dichos terminales. Algunos entrarán dentro de los seguros de hogar y otros, por ser considerados aparatos tecnológicos y no electrodomésticos, necesitarán seguro propio. Cuidad vuestros elementos futurísticos.